Criacuervo y la patria del lenguaje

Criacuervo y la patria del lenguaje
04/04/2017 Alexandra Pareja

Dice Orlando Echeverri que Criacuervo es su “tributo al desierto, a nadar de noche, a los perdedores, al chirrinchi de los wayúus, a la Puerta de Brandeburgo”.

En efecto, esta es una historia sobre el desierto y sobre la intimidad con el agua, sobre los paisajes inhóspitos de la Guajira y sobre las antiguas calles de Berlín, sobre dos hombres que son hermanos y que, sin embargo, más que por la sangre, parecen unidos por la abrumadora fuerza de la derrota.

Orlando Echeverri envió su propuesta de novela a la página web de Angosta y esperó pacientemente una respuesta. No hizo falta más que una lectura. Criacuervo reúne todas las virtudes que Angosta busca en un libro: una voz única, una historia poderosa, “un ritmo raro”, en palabras de Héctor Abad Faciolince.

Una de las preguntas que pueden plantearse los lectores de Criacuervo es cómo el autor se las arregla para hacer sentir el frío más extremo y el calor más abrasador con los mismos recursos. Otra: cómo las historias de dos hermanos alemanes, Klaus y Adler, pueden tener tanta vida en la voz de un escritor colombiano. La respuesta: Orlando Echeverri es un escritor con dominio pleno de su oficio. Sus personajes, alemanes o no, habitan una sola patria: la del lenguaje. “Echeverri es cartagenero, pero vive desde hace algunos años en Sevilla, España, y antes vivió otro tiempo largo en Argentina. Y todas esas voces distintas, esas formas diferentes del español, se reúnen en su estilo literario”, afirma José Andrés Ardila, editor de Angosta.

Por estas, entre muchas otras razones, Criacuervo es el primer libro seleccionado para la publicación de entre las más de 400 propuestas que la editorial ha recibido a través de su página web. “Abrimos las puertas de la editorial con la certeza de que encontraríamos talento”, dice Ardila. “Criacuervo es la prueba de que teníamos razón”.

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Orlando Echeverri nació en 1980, estudió Filosofía y fue redactor del diario El Universal. Ha colaborado con varios medios, entre los que se cuentan las revistas El Malpensante y Universo Centro. Vivió en el sur profundo de Tailandia, donde dictó clases de inglés y se desempeñó como fotógrafo. En 2014 obtuvo el Premio Nacional de Novela Idartes con el libro Sin freno por la senda equivocada, publicado por El Peregrino Ediciones. Criacuervo es su segunda novela.